lunes, 16 de abril de 2012

Muertos en España,enterrados en Francia....


Gurs y los vascos

Fue un campo de concentración en el Bearne, a muy pocos kilómetros de la frontera con Zuberoa que estuvo en funcionamiento entre el 5 de abril de 1939 y el 31 de diciembre de 1945. En la época de máxima utilización albergó a cerca de 60.000 personas, el diez por ciento de las cuales fueron vascos. A partir del 19 de abril de 1939, el campo sería abierto a aviadores y milicianos republicanos y a los casi ocho mil miembros de las Brigadas Internacionales detenidos en la frontera a la caída de Cataluña en poder de las tropas fascistas. Sus primeros moradores fueron los considerados indeseables por el Gobierno francés: republicanos españoles, catalanes y vascos.

En 1943 fueron internados miles de judíos, en aplicación de las normas antisemitas del Gobierno de Vichy. Aún terminada la Segunda Guerra mundial, las nuevas autoridades galas lo mantuvieron como centro de prisión para emigrados españoles que huían de Franco. Mientras estuvo abierto, Gurs fue la tercera aglomeración del departamento de Bajos Pirineos, detrás de Pau y Baiona y con más habitantes que Donibane Lohizune o Miarritze. El 25 de setiembre de 1943 un grupo de maquis provenientes de Maule y Atarratze, en una acción espectacular, asaltó el campo de concentración llevándose la mayoría del armamento almacenado por sus guardianes.

Para los ciudadanos vascos, Gurs fue inaugurado el mismo 5 de abril de 1939. En ese día 980 refugiados vascos fueron transferidos desde el campo de refugiados de Argelès. En Argelès vivían hacinados unos 5000 refugiados vascos, la mayoría huidos del frente catalán, en una decena de barracas construidas por ellos mismos. En el verano de 1939, el campo de concentración de Gurs estaba ya completo. La comunidad vasca, censada en 3.484 personas, ocupaba los pabellones A, B, C y D. Los milicianos republicanos fueron internados en los E y F, los internacionalistas, que eran 5.019, en los pabellones G, H, I y J, y los aviadores en los K, L y M. Los vascos en Gurs llegaron a ser más de 6.000 y establecieron su propia estructura de mando, manteniendo un contacto permanente con Telesforo Monzon, consejero del Gobierno Vasco, a través del capellán Iñaki Aspiazu. La edad media de los refugiados vascos en el campo era de 26 años.

Una segunda oleada de detenidos llegó con la razia que efectuó la gendarmería entre el 18 y el 25 de mayo de 1940. En una semana fueron detenidos en el Estado francés casi un millar de ciudadanos vascos, que se encontraban refugiados desde el final de la Guerra Civil. Hubo detenciones entre militantes de todos los grupos, pero especialmente entre el PNV que vio como todos sus cuadros en Iparralde, entre ellos seis miembros de su Euskadi Buru Batzar, eran apresados. Oficialmente fueron considerados como indeseables. Estas detenciones tuvieron su origen en los acuerdos entre España y Francia de febrero de 1939. Las autoridades de París no hicieron sino detener a los miembros que aparecían en las listas de refugiados entregadas por el general Jordana, ministro de Exteriores de Franco.

Cuando el 3 de setiembre de 1939 se produjo la declaración de guerra de Francia y Gran Bretaña a Alemania, tras la invasión de las tropas nazis de Polonia, en Gurs quedaban 3.461 vascos. El director del centro hizo una consulta entre los internos, resultando que 50 vascos se presentaron voluntarios para el Ejército francés y 3.262 para trabajos de retaguardia. En octubre, los internos fueron reagrupados en las llamadas C.T.E. (Compañías de Trabajadores Españoles) bajo la supervisión del Ministerio de Defensa Nacional, siendo repartidos por el Estado francés. En enero de 1940 únicamente quedaban 650 vascos en el campo de Gurs.

Los servicios médicos del campo de concentración estaban dirigidos directamente por el médico vasco Luis Bilbao Líbano. Según informe de este médico, el 100% de los internos tenían piojos y ladillas, y un 40% sarna. Todo el material sanitario debía ser proporcionado desde el exterior, pues la administración francesa no facilitaba ni siquiera el más elemental. Finalmente hubo un último grupo de vascos que murió en el mismo Gurs y aún sus restos reposan en el cementerio del campo.

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